miércoles, 26 de junio de 2013

Antonieta...aprendíz de hada (1)

Antonieta llegó más rápido de lo que esperaba, la brisa de la tarde fué su aliada en el aterrizaje. Tenía que ponerse al día en sus menesteres, ya que hacía mucho tiempo que no usaba su varita. Nadie sospecharía del por qué de su presencia,  sólo la delataba la sombra de su mágico y coqueto sombrero imaginario...





El Hatillo, Caracas

lunes, 17 de junio de 2013

Silentium

Aquella tarde de abril, sabiendo que su tiempo había terminado, Ignacio esperaba con resignación su turno, para pasar por el portal que lo llevaría de regreso a su mundo. En esos últimos días, en los que estuvo transitando entre tanta algarabía, aprovechó para colarse en las bibliotecas, intentando acumular tantas palabras como pudiera para completar su libro, ese que llevaría escondido a su mundo silencioso, donde inexplicablemente, se ahogaba el sonido de las palabras. Amor, fué la última que logró atrapar, y la guardó celosamente en una página secreta, donde él y sólo él pudiera encontrarla; se la había regalado aquella ventiañera de sweater púrpura, rizos dorados y ojos café con la que cruzó su mirada, en la vieja biblioteca frente a la plaza...







Santa Eduvigis, Caracas

Sir Seriote, el Rey-lon

Sir Seriote el Rey, era conocido en la comarca por su mal carácter e inestable temperamento, más sin embargo, habían hechos que hacían pensar que detrás de su cara muy, muy pero muy seria, había un noble corazón y alma de niño que disfrutaba de hacer travesuras a escondidas. Nadie sabía, por ejemplo, que el rey Sir Seriote había mandado a pintar un graffiti al lado del portón de su castillo, con una mirilla escondida para ver a los que pasaban por ahí y burlarse...¡de su naríz!







La Castellana, Caracas

En busca del Pícaro de Cocoñó

La cálida paleta celestial anunciaba que Pícaro de Cocoñó estaba a punto de dormir. Era entonces, el momento oportuno para esparcir los polvos mágicos sobre el mapa de la Tierra de los Búhos y hacerlo hablar a punta de cosquillas. - ¡Que el mapa nos diga su paradero!- dijo energicamente la detective Sand Alia Parafernalia a su equipo de guacamayas investigadoras, con la pluma-para-cosquillas-número-cinco en su mano...



Los Símbolos
Caracas

Aanisa y los siete cuentos

Firmemente decidida a rescatar a Zoco el elefante, del cruel y despiadado dueño del circo, la princesa Aanisa intentaría colarse disfrazada de payaso, hasta la jaula, que estaba detrás de la gran carpa. Era lo menos que podía hacer por aquel gentíl paquidermo, que años atrás la ayudó a escapar de aquel horrible cuento, que nadie leyó y al cual nunca quiso pertenecer. El cuento al que ella aspiraba a entrar, el más divertido y hermoso, estaba por comenzar...







Caracas

Cosmo el gato cósmico

...y los cazadores intergalácticos llegaron en su valla teletransportadora. Su objetivo era encontrar a Cosmo, el gato cósmico, tarea difícil para estos malvados emisarios ya que Cosmo no sería presa fácil, ni siquiera siendo rastreado por las antenas fotogaturicasmagnéticas.







Autopista Francisco Fajardo, Caracas

El Pícaro de Cocoñó

D'Artagnan, el Can, era el valiente guardián de la puerta de La Ciudad Escondida, a la que debía entrar la detective Parafernalia y su equipo, para encontrar el mapa de la Tierra de los Búhos. Había que ser muy ágil y precavido para recibir la aprobación de D'Artagnan, ya que solicitaba las tres contraseñas de rigor y de ñapa un hueso con sabor a chocolate.






El Hatillo, Caracas

El Pícaro de Cocoñó

...sonriente y perfumada salió aquel día la detective Sand Alia Parafernalia, decidida a cumplir la misión que se le había asignado: encontrar al exótico Pícaro de Cocoñó, el simpático emplumado que se había perdido en la Tierra de los Búhos.


El Fantabuloso Libro de las Recetas

...y entonces, el Hada de los Cacahuates sacó su varita mágica y llenó de alegría a la triste Sra. Ensalada.




Caracas

Ruffo, el perro volador

Tres ladridos en fa menor, era el sonido que Ruffo debía pronunciar para activar su súper poder y convertirse en el Gran Ruffo, el perro volador. Lástima que no tenía buen oído para la música, eran necesarias entonces unas cuantas clases de Teoría y Solfeo...






En alguna calle de Caracas

Fernanda quería bailar

Aquella mañana, Fernanda había despertado con el amargo sabor de la mala noticia, no fué seleccionada para participar en el ballet de Primavera y se escurrió de la fila para ir a esconderse en el ivernadero. LLoró, lloró y lloró, mientras balbuceaba erraticamente palabras que escapaban en su desasosiego y fué así como las orejas que crecen en el jardín escucharon sus secretos. Fueron ellas, las flores que son orejas, las que le regalaron el "aroma para dormir" a Fernanda, y bailó como nunca antes en aquel sueño que le devolvió la sonrisa.



 


Altamira, Caracas

Cosmo...el gato cósmico

Los que conocen a Cosmo saben que no es un gato como cualquiera, y no sólo porque es cósmico, es decir, que vino desde el Cosmos en su nave espacial, sino porque es dulce pero ácido, tierno pero malvado, adulto pero cachorro, gato pero .... ¡vaquita!



Los Símbolos
Caracas

El maravilloso Mundo de Oz

Dorothy no era muy dada a las largas caminatas y menos cuando el canal del tiempo le advertía que, ese día,  haría mucho calor. Cómodamente vestida y un poco despeinada iba en aquella veloz moto-taxi, siguiendo el camino amarillo, ese que la llevaría hasta el maravilloso mundo de Oz.


Autopista Francisco Fajardo, Caracas

domingo, 16 de junio de 2013

Cosmo, el gato cósmico

Cosmo es un gato que vino del espacio. Llegó a la Tierra en su pequeña pero muy cómoda cápsula espacial. En su planeta todos los gatos eran como él, parecían vaquitas, con sus peculiares manchas negras y blancas. La de Cosmo era especial, porque tenía forma de corazón. Esa se la había regalado su mamá, cuando lo despidió con orgullo, para que nunca la olvidara. Cosmo aún no estaba muy seguro de cuál era su misión en este, nuestro planeta Tierra. Cosmo extrañaba a la Luna, su Luna, coqueta, brillante y regordeta...y cada atardecer, Cosmo el gato cósmico esperaba a la noche para contarle las pecas, que parecían estrellas.



Los Símbolos, Caracas