Dorothy no era muy dada a las largas caminatas y menos cuando el canal del tiempo le advertía que, ese día, haría mucho calor. Cómodamente vestida y un poco despeinada iba en aquella veloz moto-taxi, siguiendo el camino amarillo, ese que la llevaría hasta el maravilloso mundo de Oz.
Autopista Francisco Fajardo, Caracas
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