miércoles, 10 de julio de 2013

A pesar de haber tenido éxito en su carrera terrorífica y de haber sido incluso contratado para unas cuantas películas de terror, a Igor el murciélago, no le gustaba "meter miedo", oficio ancestral que había heredado de su numerosa familia. Él era un murciélago dulce y gentil, y eso de estar asustando a la gente, pues, no era su verdadera vocación.

Aquella tarde, mientras esperaba ser llamado para la cena, observaba meditabundo la fuente que servía como ornamento del jardín, pero también como escondite para "casos de emergencia". Pensaba en lo cercano que estaba el día de su cumpleaños y en lo aburrida que iba a ser su fiesta, con los mismos invitados de siempre atragantándose de Bloody Mary y morcillitas. Igor sabía que aquellos eventos familiares eran ineludibles, pero lo que no sabía era que sus buenos amigos, que compartían con él aquel tenebroso jardín, estaban preparando la mejor fiesta sorpresa del mundo...






Jardines Topotepuy, Caracas 

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